--¿A dónde
vas?-- , me pregunto mi madre al verme ir y venir del baño a mi cuarto,
probándome chaquetas, sacos, sueters , pantalones, zapatos etc.
-- A
encontrar al amor Ma — finalmente le conteste cuando encontré la combinación perfecta.
-- No vayas
a llegar tarde hijo--
--No Ma, no
te preocupes ya sé por dónde anda—
Como ya eran
las nueve de la noche, no quise arriesgarme a algún desaguisado y decidí pedir
un uber. Llego a la hora que tenía que llegar y pronto tomo rumbo al destino
que le marcaba la pantalla del celular.
Legamos en
35 minutos, me baje y me dirigí a la entrada del pequeño bar que había visto en
mi sueño recurrente: donde una voz me decía que tenía que estar a las 02:45
porque ahí encontraría al amor de mi vida.
En mi
sueño el bar se veía más alumbrado y no
tan sombrío, pero ya eran tantas veces que no podía estar equivocado del lugar.
Escogí la
mesa que creí estaba más alumbrada y no tan en la penumbra y como siempre, mi
instinto de supervivencia tomo el control y me senté frente a la puerta y con una pared a mis espaldas
(cosas aprendidas de mi antigua vida).
Llego una
mesera y me ofreció la carta de bebidas que ni siquiera mire, le pregunte si tenía Anís del “Mono”, me
dijo que sí, le volví a preguntar que si
era del “Mono”, hizo un mohín de fastidio levantando los ojos al cielo y de
manera sarcástica me contesto:
--Si gusta
le traigo la botella para que usted se cerciore— y desde ese momento decidí que ni de pedo le iba a dejar propina, me callo gorda.
-- Si por
favor--; En mi vida solo he probado esa marca de Anís, pero cuando lo hice fue
en una época que mucha paz le ha aportado a mi vida adulta.
Trajo la
botella y una copa para Jerez, le pedí que la llenara al tope y que me trajera
un vaso con agua con hielos, puso la sempiterna cartulina de la cuenta bajo el
cenicero.
Saque un
pitillo y antes de encenderlo, le di un trago al vaso de agua y un “besito a la
copa de Anís”, después encendí el cigarro y le di una onda calada. Las 10:20
marcaba la hora en mi celular y me puse a inspeccionar visualmente el bar donde
me había metido; una cortina de humo de
tabaco flotaba diáfana por todo el bar, note que a mi derecha, como a 6 metros
había una puerta de cristal donde, por estar cerrada, amortizadas se escuchaban unas notas de un piano y una trompeta y música de
orquesta, creí reconocer un Góspel de Ray Charles—que precisamente había
escuchado en la película de Ray--; le pregunte a un mesero que pasaba junto a
mi mesa que si podía entrar en esa habitación, me contesto que sí, pero que era
una sala VIP y que el cober era de 250 pesos y un consumo mínimo de 200, le
pase mi cuenta y le dije que quería estar ahí, le di un billete de 200 pesos
para que “agilizara” mi cambio de estadía, aun eran las 10:45 y tenía tiempo de sobra para estar un
momento escuchando buena música, total, no estaba consumiendo la cantidad de
alcohol que normalmente consumo.
El cambio
fue dramático, de estar en una sala
paupérrima y deprimente, pase a otra donde lo menos normal era estar sentado y
consumiendo tu bebida, los demás estábamos parados y bailando – o intentando
hacerlo—pero con las notas de un perfecto Góspel, interpretado por dos negros
magistrales, uno cantaba casi igual que Ray Charles.
Empecé a
pedir cerveza e invitarle gin tonic a una señora como de 49 años, que desde que
empecé a bailar, ella bailo conmigo, sudamos, me tuve que quitar el saco y el
sueter y me arremangue las mangas de la camisa azul plumbago que por fin decidí
ponerme esa noche.
Bailamos no
sé, como mil horas, la señora no me dejaba dar respiro y yo, aunque bien
cansado (no estoy acostumbrado a bailar) pues tampoco me quería ver tan jotillo.
Hubo un
momento en que bailamos calmadas y la señora se me arrejuntaba; ya con sus 49
años y desprovista ya de cualquier “ESTUPIDO ENAMORAMIENTO DE QUINCEAÑERA” (así
me dijo), pues seguimos bailando, de rato me empezó a pagar las chelas ,
cenamos y para esto ya eran las 2:20 AM, y yo reaccione; di por terminada la
velada, no sin antes invitarle el último yin tonic, me regrese a la zona fea de
ese bar, y espere y espere y espere y espere y espere y espere y espere aún más
y no pasó nada.
Me salí del
bar como a las dos de la mañana, aunque bien bailado y medio jarras, pero
decepcionado por mi sueño de encontrar a la mujer ideal.
Aun traía
800 pesos en mi cartera, pero como andaba depre, preferí caminar hacia una
calle principal de monterrey, donde yo sabía que podía tomar un taxi, no quise
pedir un uber porque realmente quería caminar y nada, los pinches taxis no
pasaban o si pasaban venían llenos.
Di por
terminado mi mundo de sueños y mi guarapeta, y le hable al uber, yo estaba en
la calle de Carranza y padre mier, en eso me hace cambio de luces un carro, era
la señora que bailo conmigo toda la noche, me dice que me andaba buscando por
el área y que me suba y pues me subo.
Eso fue el
domingo pasado y no habíamos salido de mi cuarto en tres días hoy miércoles
la tuve que correr en la mañana, porque tengo trabajo en la imprenta.
Realmente yo
esperaba una vieja de 40 a 43 años, pero la vida decidio…
No encontré a
mi amor verdadero, como decía mi sueño, pero si encontré algo parecido…