jueves, enero 07, 2010

¿QUE PASO CON LOS NIÑOS?

Hace rato, mientras esperaba mi turno para pagar en el súper siete, estaba pensando en que pendejo soy porque aun no he intentado elaborar mi propia cerveza casera, pese a que tengo una estupenda receta, y aun tengo que comprarla con el aumento.


Total que ahí estaba yo y llega mi turno de erogar de mi cuenta bancaria la cantidad que la maquina marcase por los bienes comprados, así que desenfundo mi reluciente tarjeta de debito --cual espada Mandoble que todo caballero del medioevo debió de haber cargado--, se la entrego a la señorita que me estaba cobrando, la desliza por la maquinita de “sangrado” y en menos de 5 segundos , la transacción monetaria recorrió cientos( si no es que miles de kilómetros de fibra óptica), y sale el ticket , el noble ticket que anuncia el irrisible progreso entre el efectivo constante y sonante, y el intangible dinero virtual.


La señorita me entrega el ticket para que lo firme, y lo hago, lo ve y me dice que la firma no se parece al de la tarjeta, le digo que no, y acto seguido le enseño el dedo índice de mi mano derecha, y le explico que sufrí una quemadura de 2 grado, y que por ello me era físicamente doloroso sostener la pluma y firmar como firmaría normalmente, así como que la chava lo duda, me pide mi identificación, y le digo que no traía mi cartera(una forma muy buena para no gastar mas lana de la que quieres gastar, es no cargar tu tarjeta de debito en la cartera, y mantenerla lo mas lejos posible, quizás guardada abajo del colchón y después pegarte un madrazo con un ladrillo para olvidar donde la has guardado; o en el compartimiento de los vegetales del refri, y bueno, también existe la forma mas común de amarrarte los huevos y no gastar, pero naaaaaaaaaa, prefiero la mía).

Total que la bella damisela se niega rotundamente a dar por satisfecha nuestra transacción comercial de compra-venta, pese a que dicha transacción ya estaba autorizada por mi banco, mmmmm, le quise decir muchas cosas desagradables a cerca de su poca falta de criterio, pero comprendí que es su chamba, así que no tuve mas que agradecerle y retirarme, en eso estaba, cuando llega la “JAROCHA”, ella es una trabajadora del súper siete que me conoce desde hace un año, y que también ha recibido mis pagos con la tarjeta de debito, le pregunta que cual es el problema, y la bella damisela le dice, ella me ve y acto seguido toma el control de la caja y me dice que todo esta bien.

Yo bien feliz tomo el comprobante de venta y la copia de mi baucher, me disponia a salir con mis 6 cagauamas Tecate lights y mi cajetilla de Marlboro Lights, cuando escucho tras de mí una vos femenina, bastante chillona y hasta cierto punto desagradable: ya vez mijito, por eso no me gusta que juegues con cohetes, porque te Puedes quemar igual que el señor…….



NO MAMAR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.

O sea, NO MAMAR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


De por si yo ya estaba enojado, me volteo con mi cara de “no chinges mames”, y encaro a la señora, pero obviamente sin insultarla(ya comprobé que la manera más fina y desagradable de insultar a alguien, radica precisamente en no insultarla diciéndole malas palabras), le digo:

Yo: -- Disculpe señora, ¿ como llego usted a la errada conclusión de que mi quemada de segundo grado fue por mi ineficiente manejo de un juego pirotecnico?—

La señora con la voz chillante: -- pues me lo imagine joven—

Yo: --ahhh, ¿y su fértil imaginación la doto de sabiduría como para negarle a su hijo la dicha de alguna vez encender una luz de bengala, un buscapiés o una paloma?

La señora con la voz chillante: -- no, pero mi hijo tiene solo 5 años, y no quiero que se me queme por andar prendiendo cuetes—


Yo: -- no señora, sabe, yo prendo cohetes desde los 6 años, ya tengo 38, y jamás me he quemado, y viera usted cuantos buenos recuerdos he conseguido haciéndolo, usted no sabe de la seguridad que conseguí cuando mi Papá me daba su cigarro a medio acabarse para prender mis cohetes, y me otorgo la responsabilidad de cuidar a mis primos mas pequeños.


La señora con la voz chillante: -- pues será el sereno joven, pero yo a mi hijo nunca lo voy a dejar que encienda un cuete— , tons ya ni le discuti nada.


Al fin al de cuentas me quede pensando, en que tal vez la señora tenia un poco de razón, pero solo un poco, también me quede pensando en que si no les das un poco de reponsabilidad a tus hijos, delegandoles solo un poco de responsabilidad , si jamás los expones a las cosas reales de la vida. Pues que lastima por ellos, porque jamás van a adquirir experiencia, que al final de cuentas solo se obtiene viviendo esta vida, y al final, tus buenos deseos para que jamás les pase nada, servirán de muy poco si nunca les permitiste ensuciarse, jugar, experimentar, caerse, chocar, cortarse o quemarse con un cohete.


Una cosa es que quieras proteger a tus hijos, y otra que los incapacites para que puedan vivir en este mundo real.


El mismísimo, y sin ganas de tener hijos. Ángelo.