Como una forma de respeto al pùblico, este blog no contiene risas grabadas.
domingo, febrero 18, 2018
Hace rato estaba limpiando mi PC de datos innecesarios, de archivos dañados y de programas que ya no utilizo; me topé con
muchas cosas y dentro de esas cosas, muchas fotografías de personas que ya no están en este plano
existencial y me pregunte ¿ Cómo estarán sus huesos?.
Pudiera ser un pensamiento morboso y enfermo, pero no es lo
uno ni lo otro, desprendiéndose de la
idea de que en algún tiempo trabaje con cadáveres y conviviendo muy de cerca con la “Catrina”.
No sé, a veces pienso en todas esas personas --ahora muertas-- cuando convivían conmigo:
en sus gestos faciales, manías y expresiones vocales. Me imagino el limo
cubriendo sus huesos, a los gusanos comiéndose la carne de sus esqueletos, en
el cabello duro en sus cráneos; pienso en todas las alegrías que pase en su compañía
y ahora están mudas, inmóviles, completamente irreconocibles, sirviendo de abono a este planeta.
Y es ahí cuando me imagino a mi cuerpo: encerrado en un ataúd,
pudriéndose al discurrir del tiempo, imagino las cuencas de mis ojos vaciarse,
todos los órganos de mi cuerpo descomponiéndose, imagino mis huesos cubriéndose de limo, alimentando a otras formas de vida y por fin,
sirviendo de algo verdaderamente útil a
este planeta.
miércoles, febrero 14, 2018
--¿A dónde
vas?-- , me pregunto mi madre al verme ir y venir del baño a mi cuarto,
probándome chaquetas, sacos, sueters , pantalones, zapatos etc.
-- A
encontrar al amor Ma — finalmente le conteste cuando encontré la combinación perfecta.
-- No vayas
a llegar tarde hijo--
--No Ma, no
te preocupes ya sé por dónde anda—
Como ya eran
las nueve de la noche, no quise arriesgarme a algún desaguisado y decidí pedir
un uber. Llego a la hora que tenía que llegar y pronto tomo rumbo al destino
que le marcaba la pantalla del celular.
Legamos en
35 minutos, me baje y me dirigí a la entrada del pequeño bar que había visto en
mi sueño recurrente: donde una voz me decía que tenía que estar a las 02:45
porque ahí encontraría al amor de mi vida.
En mi
sueño el bar se veía más alumbrado y no
tan sombrío, pero ya eran tantas veces que no podía estar equivocado del lugar.
Escogí la
mesa que creí estaba más alumbrada y no tan en la penumbra y como siempre, mi
instinto de supervivencia tomo el control y me senté frente a la puerta y con una pared a mis espaldas
(cosas aprendidas de mi antigua vida).
Llego una
mesera y me ofreció la carta de bebidas que ni siquiera mire, le pregunte si tenía Anís del “Mono”, me
dijo que sí, le volví a preguntar que si
era del “Mono”, hizo un mohín de fastidio levantando los ojos al cielo y de
manera sarcástica me contesto:
--Si gusta
le traigo la botella para que usted se cerciore— y desde ese momento decidí que ni de pedo le iba a dejar propina, me callo gorda.
-- Si por
favor--; En mi vida solo he probado esa marca de Anís, pero cuando lo hice fue
en una época que mucha paz le ha aportado a mi vida adulta.
Trajo la
botella y una copa para Jerez, le pedí que la llenara al tope y que me trajera
un vaso con agua con hielos, puso la sempiterna cartulina de la cuenta bajo el
cenicero.
Saque un
pitillo y antes de encenderlo, le di un trago al vaso de agua y un “besito a la
copa de Anís”, después encendí el cigarro y le di una onda calada. Las 10:20
marcaba la hora en mi celular y me puse a inspeccionar visualmente el bar donde
me había metido; una cortina de humo de
tabaco flotaba diáfana por todo el bar, note que a mi derecha, como a 6 metros
había una puerta de cristal donde, por estar cerrada, amortizadas se escuchaban unas notas de un piano y una trompeta y música de
orquesta, creí reconocer un Góspel de Ray Charles—que precisamente había
escuchado en la película de Ray--; le pregunte a un mesero que pasaba junto a
mi mesa que si podía entrar en esa habitación, me contesto que sí, pero que era
una sala VIP y que el cober era de 250 pesos y un consumo mínimo de 200, le
pase mi cuenta y le dije que quería estar ahí, le di un billete de 200 pesos
para que “agilizara” mi cambio de estadía, aun eran las 10:45 y tenía tiempo de sobra para estar un
momento escuchando buena música, total, no estaba consumiendo la cantidad de
alcohol que normalmente consumo.
El cambio
fue dramático, de estar en una sala
paupérrima y deprimente, pase a otra donde lo menos normal era estar sentado y
consumiendo tu bebida, los demás estábamos parados y bailando – o intentando
hacerlo—pero con las notas de un perfecto Góspel, interpretado por dos negros
magistrales, uno cantaba casi igual que Ray Charles.
Empecé a
pedir cerveza e invitarle gin tonic a una señora como de 49 años, que desde que
empecé a bailar, ella bailo conmigo, sudamos, me tuve que quitar el saco y el
sueter y me arremangue las mangas de la camisa azul plumbago que por fin decidí
ponerme esa noche.
Bailamos no
sé, como mil horas, la señora no me dejaba dar respiro y yo, aunque bien
cansado (no estoy acostumbrado a bailar) pues tampoco me quería ver tan jotillo.
Hubo un
momento en que bailamos calmadas y la señora se me arrejuntaba; ya con sus 49
años y desprovista ya de cualquier “ESTUPIDO ENAMORAMIENTO DE QUINCEAÑERA” (así
me dijo), pues seguimos bailando, de rato me empezó a pagar las chelas ,
cenamos y para esto ya eran las 2:20 AM, y yo reaccione; di por terminada la
velada, no sin antes invitarle el último yin tonic, me regrese a la zona fea de
ese bar, y espere y espere y espere y espere y espere y espere y espere aún más
y no pasó nada.
Me salí del
bar como a las dos de la mañana, aunque bien bailado y medio jarras, pero
decepcionado por mi sueño de encontrar a la mujer ideal.
Aun traía
800 pesos en mi cartera, pero como andaba depre, preferí caminar hacia una
calle principal de monterrey, donde yo sabía que podía tomar un taxi, no quise
pedir un uber porque realmente quería caminar y nada, los pinches taxis no
pasaban o si pasaban venían llenos.
Di por
terminado mi mundo de sueños y mi guarapeta, y le hable al uber, yo estaba en
la calle de Carranza y padre mier, en eso me hace cambio de luces un carro, era
la señora que bailo conmigo toda la noche, me dice que me andaba buscando por
el área y que me suba y pues me subo.
Eso fue el
domingo pasado y no habíamos salido de mi cuarto en tres días hoy miércoles
la tuve que correr en la mañana, porque tengo trabajo en la imprenta.
Realmente yo
esperaba una vieja de 40 a 43 años, pero la vida decidio…
No encontré a
mi amor verdadero, como decía mi sueño, pero si encontré algo parecido…
domingo, febrero 11, 2018
Pues aprovechando que el día de hoy estuvo muy chingon, fui por la barbacoa y el menudazo, lave ropa de cama y mi ropa, bañe a las Kardashians (así les dicen mis amigos a mis perras) y ahorita echándome una chelita y estoy por darle mantenimiento a mi estéreo, feliz domingo para ustedes...
Las "Kardashian" bien bañaditas y todas bien portadas ellas.
Y mi tarrito de cheve...
Las "Kardashian" bien bañaditas y todas bien portadas ellas.
Y mi tarrito de cheve...
jueves, febrero 08, 2018
De hace unos años para acá, he notado que me había sumido en
una actitud obsesiva compulsiva; porque tenía que andar checando a cada rato
que estuviesen cerradas -- y a sabiendas
que ya lo había hecho antes-- las llaves de agua, la estufa y las entradas de
mi casa, era algo que me frustraba y desgastaba enormemente porque empezaba a
desconfiar de mi capacidad de mental. Por tal motivo me despertaba en la
madrugada con ese pensamiento, y tenía que pararme para volver a checar algo
que de antemano ya sabía, porque ya lo había checado dos veces antes de dormir.
La pasada vez pasada me desperté en la madrugada como muchas
veces antes a pasado, pero curiosamente ya no lo hice con la sensación de ansiedad, no,
simplemente en mi cerebro se entablo un monologo:
Actitud Obsesiva Compulsiva de mi Cerebro: Ángello ¿ya checaste que todo esté cerrado?.
Yo: si guey ya dos veces.
AOCC: ¿ Y no te dan ganas de pararte para que lo vuelvas a
checar de nuevo?
Yo: no guey tengo mucho sueño y estoy bastante seguro que
todo está cerrado.
AOCC: si, pero tienes que pararte para volver a hacerlo.
Yo: no guey, ya no, ya lo revise y me caga que me estés
despertando cada noche con la misma pinche cantaleta.
AOCC: ¿ y no te da miedo que el agua se esté tirando, que el
gas se esté fugando o que se vallan a meter a robar?
Yo: pues sí, pero no creo que mi mamá tenga demencia senil como para dejar abierto todo, y
yo no soy un estúpido como para olvidar hacerlo, y si de cualquier manera se van a
meter a robar a la casa, lo van a hacer aunque todas las puertas estén cerradas,
y eso ya no depende de mí.
AOCC: ándale Ángello, por los viejos tiempos.
Yo: no guey vete a la
mierda.
Y santo remedio; desde esa vez ya no siento la compulsión de
revisarlo todo tres veces, ya no me
despierto en la madrugada con ese afán, me despierto única y exclusivamente
para orinar y vuelvo a los bellos brazos de mi cama a seguir durmiendo.
En fin, no sé qué paso o porque, pero ahora me siento más
tranquilo y no solamente sucedió con las cuestiones domésticas; también volvió ese Ángello valeverguista que ya no se angustia por las
situaciones que no puede controlar; y es una bendición porque lo extrañaba
tanto…
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