lunes, mayo 12, 2014

Jejejeje, hoy me sentí guerco de nuevo, resulta que andaba en las vueltas con mi Papá y ya de regreso para la casa me pregunto que si no me quería ir a cortarme el cabello con su peluquero y me pasa la mano por la cabeza;  la verdad hace como tres meses que no me lo cortaba y andaba bien pinché greñudo.

Total que vamos con su peluquero, con el cual  casi no me gusta ir porque se la pasa hablando y hablando y hablando y hablando y hablando y hablando y preguntándome siempre lo mismo: que si no he ido otra vez a Parras de la Fuente, Coach., chingao, una vez hace como cinco años se me ocurrió platicarle que fui, todavía se acuerda el señor y no me la acabo, pero bueno.

El señor Don Peluquero es a toda madre y siempre me deja muy bien el cabello, pero habla mucho y a mi me desespera que mientras me relajo me estén hablando y preguntándome cosas, no soy tan antisocial, pero si muy desesperado, snif…


Total que bueno, sinceramente el señor Don Peluquero sabe su oficio: se tarda lo que se deba de tardar con cada cliente, y no lo estén apurando porque se da una encabronada de aquellas; corta el cabello a la vieja usanza: a navaja, y  aun usa jabón del Tío Nacho con la brochita de pelos de no se que madre, creo que de conejo (la pasada vez pasada me dijo de que eran, pero ya se me olvido) para quitar los pelillos pinches de la nuca y de las patillas y luego me paso la navaja por la barba y bigote( y aunque no me salen chidos como para dejármelos, si resultan muy molestos después de tres meses sin rasurarme)  porque le dije que de  una buena  vez me rasurara y me dejara la cara como entre pierna de teibolera y luego te frota alcohol en la nuca, barba, bigote y después, no se porque te pone las manos en la nariz, supongo que para que huelas el alcohol y se te descontipen las vías respiratorias, supongo; pero a mi la verdad cada vez vez que voy con Don Peluquero, me dan unas pinchis ganas de una caguamota de a kilo.

Ya cuando termino, me paro y saco mi cartera para pagarle, entonces mi papa saca un billete de quinientos pesos y se los da a Don Peluquero, le dice que se cobre  y que agarre treinta pesos de propina. Entonces eso me trasporto a mi niñez, cuando íbamos los domingos a Minatitlán Ver., que esta a veintitrés kilómetros de Coatzacoalcos, con los peluqueros de la orilla del malecón, a la peluquería   “Hermanos Méndez”, recuerdo que por estar bien pinché chaparrillo no alcanzaba en la silla de barbero, entonces el peluquero ponía una tabla en los descansa brazos y ahí mero me sentaba; cuando le preguntaba a mi Papá que como me lo cortaban, invariablemente siempre contestaba: bien cortito, como hombre, jajajajaja, y lo mismo le contesto hoy al peluquero cuando me pregunto que como quería que me lo cortara y obviamente mi padre pagaba el corte; así, precisamente como hoy, snif.

Ya de regreso, en la casa, invite  a mi Papá a comer comida china y pague yo, porque con el cabello cortito como lo traigo, me siento como  hombre y los hombres siempre pagamos, jajajajajaja...
Era tan bella, tan perfecta; que ser arrogante no solo se le perdonaba, se le exigía...