miércoles, febrero 14, 2018


--¿A dónde vas?-- , me pregunto mi madre al verme ir y venir del baño a mi cuarto, probándome chaquetas, sacos, sueters , pantalones, zapatos etc.

-- A encontrar al amor Ma — finalmente le conteste cuando encontré la combinación perfecta.

-- No vayas a llegar tarde hijo--

--No Ma, no te preocupes ya sé por dónde anda—

Como ya eran las nueve de la noche, no quise arriesgarme a algún desaguisado y decidí pedir un uber. Llego a la hora que tenía que llegar y pronto tomo rumbo al destino que le marcaba la pantalla del celular.

Legamos en 35 minutos, me baje y me dirigí a la entrada del pequeño bar que había visto en mi sueño recurrente: donde una voz me decía que tenía que estar a las 02:45 porque ahí encontraría al amor de mi vida.

En mi sueño  el bar se veía más alumbrado y no tan sombrío, pero ya eran tantas veces que no podía estar equivocado del lugar.

Escogí la mesa que creí estaba más alumbrada y no tan en la penumbra y como siempre, mi instinto de supervivencia tomo el control y me senté frente  a la puerta y con una pared a mis espaldas (cosas aprendidas de mi antigua vida).


Llego una mesera y me ofreció la carta de bebidas que ni siquiera  mire, le pregunte si tenía Anís del “Mono”, me dijo que sí,  le volví a preguntar que si era del “Mono”, hizo un mohín de fastidio levantando los ojos al cielo y de manera sarcástica me contesto:

--Si gusta le traigo la botella para que usted se cerciore— y desde ese momento  decidí que ni de pedo le iba  a dejar propina, me callo gorda.

-- Si por favor--; En mi vida solo he probado esa marca de Anís, pero cuando lo hice fue en una época que mucha paz le ha aportado a mi vida adulta.

Trajo la botella y una copa para Jerez, le pedí que la llenara al tope y que me trajera un vaso con agua con hielos, puso la sempiterna cartulina de la cuenta bajo el cenicero.

Saque un pitillo y antes de encenderlo, le di un trago al vaso de agua y un “besito a la copa de Anís”, después encendí el cigarro y le di una onda calada. Las 10:20 marcaba la hora en mi celular y me puse a inspeccionar visualmente el bar donde me había metido; una  cortina de humo de tabaco flotaba diáfana por todo el bar, note que a mi derecha, como a 6 metros había una puerta de cristal donde, por estar cerrada, amortizadas  se escuchaban unas  notas de un piano y una trompeta y música de orquesta, creí reconocer un Góspel de Ray Charles—que precisamente había escuchado en la película de Ray--; le pregunte a un mesero que pasaba junto a mi mesa que si podía entrar en esa habitación, me contesto que sí, pero que era una sala VIP y que el cober era de 250 pesos y un consumo mínimo de 200, le pase mi cuenta y le dije que quería estar ahí, le di un billete de 200 pesos para que “agilizara” mi cambio de estadía, aun eran las  10:45 y tenía tiempo de sobra para estar un momento escuchando buena música, total, no estaba consumiendo la cantidad de alcohol que normalmente consumo.

El cambio fue dramático, de estar  en una sala paupérrima y deprimente, pase a otra donde lo menos normal era estar sentado y consumiendo tu bebida, los demás estábamos parados y bailando – o intentando hacerlo—pero con las notas de un perfecto Góspel, interpretado por dos negros magistrales, uno cantaba casi igual que Ray Charles.

Empecé a pedir cerveza e invitarle gin tonic a una señora como de 49 años, que desde que empecé a bailar, ella bailo conmigo, sudamos, me tuve que quitar el saco y el sueter y me arremangue las mangas de la camisa azul plumbago que por fin decidí ponerme esa noche.
Bailamos no sé, como mil horas, la señora no me dejaba dar respiro y yo, aunque bien cansado (no estoy acostumbrado a bailar) pues tampoco me quería ver tan jotillo.

Hubo un momento en que bailamos calmadas y la señora se me arrejuntaba; ya con sus 49 años y desprovista ya de cualquier “ESTUPIDO ENAMORAMIENTO DE QUINCEAÑERA” (así me dijo), pues seguimos bailando, de rato me empezó a pagar las chelas , cenamos y para esto ya eran las 2:20 AM, y yo reaccione; di por terminada la velada, no sin antes invitarle el último yin tonic, me regrese a la zona fea de ese bar, y espere y espere y espere y espere y espere y espere y espere aún más y no pasó nada.

Me salí del bar como a las dos de la mañana, aunque bien bailado y medio jarras, pero decepcionado por mi sueño de encontrar a la mujer ideal.
Aun traía 800 pesos en mi cartera, pero como andaba depre, preferí caminar hacia una calle principal de monterrey, donde yo sabía que podía tomar un taxi, no quise pedir un uber porque realmente quería caminar y nada, los pinches taxis no pasaban o si pasaban venían llenos.

Di por terminado mi mundo de sueños y mi guarapeta, y le hable al uber, yo estaba en la calle de Carranza y padre mier, en eso me hace cambio de luces un carro, era la señora que bailo conmigo toda la noche, me dice que me andaba buscando por el área y  que  me suba y pues me subo.

Eso fue el domingo pasado y no habíamos salido de mi cuarto en tres días  hoy miércoles  la tuve que correr en la mañana, porque tengo trabajo en la imprenta.

Realmente yo esperaba una vieja de 40 a 43 años, pero la vida decidio…

No encontré a mi amor verdadero, como decía mi sueño, pero si encontré algo parecido…