domingo, diciembre 24, 2006

UN CUENTO DE NAVIDAD, EL DESENLACE.

Despertó nuevamente, pero esta vez ya no estaba ni en su sala ni en ningún lugar conocido, de echo, lo que lo hizo despertar fue la humedad que sentía en la espalda, estaba tirado en un campo de césped lleno de rocío de la madrugada, abrió lo ojos y se vio rodeado de varias tumbas, estaba en medio de un panteón , se levanto rápidamente, el frío le calaba hasta los huesos, camino sin tener una idea exacta a donde llegar, pero de alguna manera sentía una tranquilidad, porque al fin y al cabo pensaba que estaba en el lugar correcto donde se debería de encontrar con el ultimo de los fantasmas, así que se armo de un valor nuevo(el siempre le tubo fobia a estar en los panteones), y sin pensar en nada camino y camino por entre y sobre las tumbas, vio a muchos fantasmas, algunos jugando domino, otros barajas, pero curiosamente ninguno de ellos le prestaba atención.

Al llegar a un cruce de tres veredas vio de reojo a una sombra que se paro frente a el, era un ser etéreo, casi echo de neblina pintada de oscuridad, no le dirigió palabra alguna, pero le señalaba una tumba en particular, el camino hacia ella y cuando llego pudo ver escrito a cincel un epitafio: “aquí yace Everardo, el vivió su vida sin preocupaciones, y así mismo murió.”, pero la fecha de su muerte que estaba grabada a cincel sobre la lapida, era el 28 de Diciembre de ese mismo año, ese día era el 24 de Diciembre , el voltio la cabeza hacia el fantasma para preguntar con la mirada el porqué de todo aquello, el fantasma no decía nada, seguia señalando a la lapida , como si se tratase de un cuadro de pintura perpetua.

Ya entendí, dijo finalmente Everado despues de 2 horas de estar observando su propia tumba, se que tengo que cambiar radicalmente mi vida, se que la he cagado, se que si no hago algo por cambiarla este será mi fin. El fantasma al fin cambio de posición y le dijo:-- has lo que debas de hacer--.

7:45 AM. Del día siguiente. Everardo despertó en su cama, rodeado de sus almohadas y de sus cobijas, se sentó en la orilla de la cama y con la mente llena de ideas, se fue a la ducha y se baño, se vistió con ropas casuales elegantes, salio de su depa rumbo a la casa de Ana Aurora, en el camino rompió todas las tarjetas de cliente distinguido de los teibols a los que acostumbraba visitar, llego a la casa de la chica, toco el timbre de la puerta y antes de que le abrieran, saco de su chamarra de piel de ante café una pistola escuadra 9 milímetros, corto cartucho, y cuando Ana Aurora salio a recibirlo, le estampo cinco tiros en la frente, echo esto, se alejo corriendo, subió a el anden de el metro y cuando este llegaba se tiro a la vías, y el metro, lo mato.

No les había dicho esto, pero Everardo se había vuelto loco desde que descubrió el Pinito de Navidad que nunca puso en su depa.