viernes, enero 06, 2012



Hace muchísimo tiempo, en el periódico el norte, había una sección dominical que se llamaba “De los Talleres”, ahí publicaban los trabajos de escritores amateurs; yo creo que estaba en la secundaria cuando empecé a seguir esta sección, con el tiempo llegue a juntar varios cientos de recortes y sistemáticamente los empecé a guardar e hice un cuaderno con ellos, realmente me sentía muy orgulloso de presumir que coleccionaba algo, y mas aun porque era algo tan bello como la poesía.

La semana pasada que hice limpieza en mi cuarto (no lo había echo desde hace un mes mas o menos), debo de aclarar que no soy una persona sucia, simplemente es que mi cuarto no se ensucia mucho, y mas porque hace un mes que no duermo en el, por cuestiones de salud de mi padre, me estoy durmiendo en un cuarto de la planta baja de mi casa, así estoy mas a la mano por cualquier cosa.

Y bueno, la semana pasada me harte de tener mi ropa limpia acumulada en el sofá de mi cuarto y sin mas ni mas me puse a hacer limpieza a conciencia; en mi cuarto hay una especie de guardarropa donde obviamente guardo mi ropa y muchas otras cosas mas, dicho guardarropa solo lo barría cuando hacia limpieza, pero ese día me puse a limpiarlo, a tirar varias cosas que ya no ocupo, y en eso estaba cuando encontré mi viejo cuaderno de recortes de los talleres, y también encontré varios poemas que de alguna manera me marcaron en mi otrora juventud.

Aparte todo en tres bolsas plásticas y termine de limpiar mi cuarto, me quedo muy bonito, me senté en una banca en la terraza, para esto ya había oscurecido y empezaba a hacer frió; en otros tiempos hubiera ido al súper siete por unas chelas y me hubiera puesto a leerlo todo, para después guardarlo de nuevo y dejar que se añejaran junto con mis recuerdos. Pero esta vez no, ya tuve suficiente del pasado y precisamente por leerlos y releerlos tantisimas veces, puedo decir que me los se de memoria.

Sin más ni más, baje por un cubo de metal y me puse a quemarlos todos, jejeje, eso me recordó cuando Hitler hizo una quema de libros en la Bebelplatz de Berlín, pero bueno, queme todos los poemas que he escrito en mi vida, hasta recordé que en un cuarto de abajo tenia otros legajos con mas escritos y recuerdos que he ido juntando con el tiempo: cartas, fotografías, boletos de teatro, de cine, en fin, todos los recuerdos que mas atesoraba.

No sentí emoción alguna, ni tristeza ni alegría, ni pasión ni odio, solo al final una extraña sensación de confort, de alivio; y es que cuando uno es prisionero de los recuerdos, por ende, es prisionero del pasado y auque sea único e irrepetible, simple y sencillamente ya paso y nunca mas regresara, por eso queme todo, y aunque jamás los pueda volverá a leer, se quedaran como recuerdos en mi memoria, y de alguna manera, puedo seleccionar los que quiero conservar y dejar ir los que ya no quiero.

Ahora hay que empezar a escribir nuevas historias.