jueves, julio 23, 2015

Recuerdo aquella primera vez: la premura con la que me entregaste tu piel árida, tus pechos bastos y tus contornos de piel preñados de tanta ausencia. Desprovista ya de cualquier errada moral --remanente del pasado traumático del que huías para refugiarte en mí presente--.

Todo es lindo y todo será lindo hasta que ambos dispongamos lo contrario. Pero mientras no lo decidimos, dejemos que la vida nos lleve a donde tenga que llevarnos, dejemos que esto; que no es amor, continué su cauce y se acerque a lo mas parecido que deba de ser.

En paz estamos pues, sin las “mariposas en la panza” de la primera relación fálica, despojados ya de la inexperiencia de la adolescencia, con el  asombro de lo que la edad le permite hacer aun a nuestros cuerpos y concientes de la elasticidad de que aun somos capaces.

Aquí estamos pues, viéndonos cuando debamos y no cuando queremos, ocultándolo a todos, porque ¿que les importa?


Y aquí estamos pues, perteneciéndonos hasta que ya no estemos o  ya no debamos de estar…