En la mañana le dije
a mí blog:
--Órale pinche Blog, volvamos a ser los blogstar que fuimos
hace 8 años—
Como estaba bien acurrucadito, durmiendo a mis pies, y el
aire lavado de mi cuarto le bajaba 8
grados de temperatura los 28 que hacían afuera. Hoy, a las 9 de la mañana, me mando a
la verga.
-- Andale culero, vamos a revivir las viejas glorias y a tener esos quince comentarios que nos
dejaban, ¿Cómo vez?--
-- Naaa, a la verga, déjame dormir, aquí estoy muy a gusto--
-- Pinche ojete, ¿Cómo antes me levantabas temprano para
escribir?--
--Ya se Ángello, pero antes el Blog estaba de moda, ahora ya
no, snif—
--No son modas blog, solo es cuestión de volver a escribir--
--No, todo fue tu culpa guey—
Pobre de mi blog, se que lo he abandonado por mucho tiempo,
y también se que por cuestiones diversas
deje de escribir con esa manera que tenia para hacerlo, mea culpa. Pero a veces
lo veo meditabundo, con su cigarro y su caguama por las tardes, va de aquí
allá, como loco, como un león enjaulado, de repente grita, de repente deja de
hacerlo y llora como un niño indefenso; me acerco a el y ya no le pregunto que
es lo que le pasa, de antemano lo se, solo lo abrazo y se acurruca entre mis
brazos y mi pecho, llora entre calada y
calada y entre trago y trago.
Pobre de mi blog me dio muchas cosas: me dio una pareja, me
dio muchas alegrías, me dio muchos días aciagos, alimento de una forma glotona
a mi ego.
Y aunque yo quisiera que el fuera el que ya no es, a veces
no puedo, ya no veo la vida de la misma manera que antes lo hacia, la vida nos
cambia y con esos cambios cambiamos de manera irreversible…