viernes, febrero 01, 2008

EL CAFÉ DE MI ABUELA

No se porque, pero ni en mi casa ni a mi exnovia, les gusta el café que preparo, y eso para mi esta muy bien, porque así no me andan fastidiando con que les prepare el café a los demás.

El café que yo preparo para mi es muy amargo, el agua casi a punto para “pelar pollos”, con muy poca azúcar, así como recuerdo que lo hacia mi abuela; curiosamente aun tenemos una cafetera de peltre, de esas de antes, de metal muy grueso y clásicamente azul con puntitos blancos, ya esta algo despostillada, pero aun sirve. Por los gabinetes de la casa han desfilado muchas cafeteras mas modernas, de esas de acero inoxidable, con un pitito en la boquilla que te avisa con un pitido que el agua ya esta hirviendo, incluso tenemos dos cafeteras eléctricas, pero no, yo prefiero seguir calentando el agua en esa vieja cafetera de peltre azul; me recuerda mucho a la cocina de mi abuela, con piso de adobe, a su mandil rosa a cuadritos blancos, sus manos arrugadas moliendo el café de grano y las rajitas de canela que siempre le ponía, todos esos olores se agolpan en mi mente y cada mañana que bebo café me regresan a esa cocina y a esa infancia.

La primera experiencia que recuerdo relacionado con algún sabor en especial, es precisamente el café de mi abuela, también era muy amargo y también con muy poca azúcar, antes solo se usaba en la casa de mi abuela azúcar morena, que endulza mas que la blanca; también recuerdo el olor de su ropa, olía a pachulí y flor de azahar, yo siempre, cuando era niño, escondía mi ropa preferida que ya estaba sucia, para que me la lavara mi abuela y oliera igual.

Pero bueno, después les platicare del restauran de mi tía Chofi aya en Minatitlan, Veracruz, supongo que es por eso mi gusto hacia cocinar y la buena comida.

El mismísimo Ángello.