Como una forma de respeto al pùblico, este blog no contiene risas grabadas.
jueves, abril 24, 2014
Snif, hoy ando bien chipil, resulta que un amigo de Coatzacoalcos Ver. (Javy Mtz.) me envió unas fotitos del mar, y pues obviamente me entro la nostalgia en pleno Juebebes. La neta ya no se si soy melancólico o muy alcohólico...
La playita de Coatza.
Al centro, la famosa concha de estrella, cuando me vine de Coatza, me traje muchas, pero con el tiempo solo conservo y atesoro solo una...
Esto lo descubrí en el muro de mi compadre Pancho, lo escribió Neil HIlborn. Es un algo así, especie de poema, pero esta muy bueno, de cierta manera me pareció algo romántico y en verdad, aunque estoy casi seguro de no tener un trastorno obsesivo compulsivo, pero me identifico muy bien con el autor:
La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas.
sábado, abril 19, 2014
El jueves nos fuimos un rato a conocer Paredón, Coahuila, esta a ciento
treinta y cinco kilómetros de Monterrey, y a una hora y media de camino.
Aquí las fotitos:
En el camino nos encontramos a unos niños vendiendo "piedritas", jejejeje, así me dijeron cuando les pregunte que venden, mi compadre Llamas compro varias con fósiles de caracoles...
La estación del tren de Paredón...
Vias...
El arte de los vagones...
El esqueleto de una ballena que se blanquea al sol, igual que se oxida el acero y se pudre la madera del vagón que la contiene...
Pinturas simétricas con rostros que el tiempo va olvidando...
Un vagón con mil ojos que parecen observar como se detuvo el tiempo...
Vagones fantasmas que te invitan a su interior...
El sol estaba de a peso...
Mis compadres(izq. a der.) El Llamitas, El Rodrigo y el Botxer Alfano, en la locomotora quinientos uno...
La Famosa Cantina Siete Leguas
Mi compadre el Llamitas en la cantina Siete Leguas...
La verdad la cantina esta muy bien ambientada, me imagino que si pongo una igual en la colonia del Valle, se va a llenar con puro Hipster...
El Botxer pendejiando y el parroquiano se me quedo clavado, yo creo que no le gusto que lo fotografiara mientras le daba un beso a su "gorda", snif...
Mas recuerdos de la cantina...
¿Cuanta historia habrá detrás de cada foto y objeto?...
Chequen el "Botikin"...
Mi compadre el Llamitas recordando a el luchador "Sangre Chicana"...
El maldito vicio, snif...
¿Que me ves guey?...
La Selfie borracha...
Ajale!!!, Don Gaspar el dueño de la cantina...
Y pues no me podía ir sin tomarme una fotito con Don Gaspar...
Chulas montañas...
Mi compadre el Llamas en la tumba de un soldado de la revolución...
Y tán tán, se acabaron las fotitos, pero después, en la Terraza´s Bar asamos unos "pellejos" y se junto más banda, pero de ese evento no hay fotos, snif...
Y eso fue lo que hice el Juebebes, una salida aquí bien cerquita, pero la anécdota se quedara para siempre...
miércoles, abril 16, 2014
Y bueno, hace rato di por terminada la semana, y no es por
gusto; si por mi fuera, seguiría trabajando, pero pues con lo de los días
santos, ya se me termino el jale.
Con alguito de dinero en los bolsillos y muchos sueños
inconclusos en la tatema, tome el metro de regreso a mi casa, eran las tres y
cinco de la tarde, venia precisamente de entregar el último trabajo que tenia
pendiente de la semana. Ok, todo bien tranqui, el metro lo tome en la estación
Zaragoza (que es la última de la línea dos, o la primera, según de donde
vengan), tenia muchas ganas de no llegar todavía a mi casa, de hecho tenia
muchas ganas de caminar, pero como mi señora Madre se fue de vacaciones, en
casa solo estamos mi Papá y yo, y pues tengo que estar al pendiente del viejón,
pero le hable y todo estaba bien.
Total que bueno, con ganas de caminar, me baje en la siguiente estación del
metro, que es la de Padre Mier, en pleno centro de Monterrey y me fui caminando
por todo el primer cuadro de la ciudad. La verdad cuando uno maneja en el
centro, no se da cuenta de todos los cambios que han ocurrido.
Me tope con muchos negocios cerrados que antaño visite,
muchos edificios que recordaba ya no están, fueron derrumbados para darle paso
al progreso (supongo), me dio una infinita tristeza recordar esos lugares
cerrados o derrumbados: una tienda donde antes solía comprar cordel blanco de
lino # diez para ponérselos a unas etiquetas de un antiguo cliente, una
taquería donde antes comía bien rico por veinte pesos, una talabartería donde
compraba remaches de acero. En fin, muchos recuerdos agradables que se
mezclaron con la tristeza de que ya no están.
Iba caminando a la altura de la Coliseo de Monterrey, y pase
a lado de una Mega cantina que se llama “El Tarro”, ¡caray!, ya había pasado muchisisimo tiempo desde la última vez que lo
visite, y por no dejar – no valla ser que
también lo cierren o lo derrumben--, entre para echarme una cerveza, no
me importo en lo absoluto que estuviera muy helada; pues nada, de la Mega
cantina que recordaba, ya no era ni la sombra: ya le habían quitado mucho
espacio y había mucha gente sospechosa, y la única vez que entre al baño, se me
acerco un tipo para ofrecerme droga, naaaa, a la verga dije!!! me acabe la cheve y casi salí corriendo de
ahí.
Camine, creo yo como unos ocho kilómetros más o menos, de no
haber sido por los zapatos nuevos, creo que hubiera caminado más, pero me salio
una ampolla y me esta doliendo mucho. Suena mi celular, era un amigo que estaba
afuera de mi casa esperándome:
-- ¿Dónde andas cabron?--
-- Ando acá en Veracruz guey, ¿Por qué?—
-- Ah cabron, pinché gordo no me avisaste--
-- Jajajaja, no te creas guey, estoy subiendo al metro en la
estación Hospital, llego en quince minutos--
-- Sobres gordo, aquí estoy afuera de tu casa, traigo la hielera
llena, te espero—
-- Sobres—
Me volví a subir al metro en la estación Hospital de la
línea uno (jejeje, los que conocen Monterrey y me conocen se van a sorprender de todo lo que camine), pero
bueno, llegue a mi casa a las ocho y veinte, y ya me estaba esperando mi
compadre, obviamente robándose mi señal del wi-fi, prendo la PC y luego luego
este cabrón me pide una rola, le dije:
-- no, permíteme, deja primero escribo y luego pongo las
rolas que quieras--
-- Pero yo pague la cheve culero--
-- Si guey, pero la compu es mia, así que cállese el hocico que
no estes chingando--
--OK---
Ok, termine de escribir esto como a las nueve cuarenta y dos , después
le puse las rolas que me pidió, total, el estaba pagando las chelas, ahora esta
hablando con su novia y por fin me dio un respiro para publicarlo…
Sean felices en estos días Santos, total que ser feliz no
cuesta mucho.
Los quiero a todas y a todos…
miércoles, abril 09, 2014
Recuerdo cuando entre a cuarto semestre en la facultad de Criminología
y Ciencias Sociales. En la primer clase de grafoscopia, el catedrático nos pidió
como tarea, escribir cuatro cuartillas
de lo que fuera: Un cuento, una anécdota personal, incluso hasta copiar una
nota del periódico, la única condición era que fuese escrita a maquina, o que
estuviera impresa en computadora (en
aquel tiempo no eran tan común que alguien tuviera una PC), pero bueno.
Conforme pasaba el semestre y nos enseñanaban técnicas mas avanzadas de grafoscopia, y nos enseñaban
como tomar fotografías con el fuelle, y nos adiestraban para saber reconocer la caligrafía: Manera de apoyar
la pluma, frases repetitivas, maneras de escribir las letras, etc.
Al final, el examen final, se trato de lo siguiente:
El catedrático, nos pidió escribir a puño y letra cuatro
cuartillas de lo que fuera: un cuento, una anécdota personal o incluso, hasta
copiar una nota del periódico, acto seguido, saco copias de todos los escritos
que habíamos echo, nos los repartió por sorteo , y después, para sorpresa de
todos, nos dio una copia de el escrito que habíamos echo el primer día de
clases en maquina de escribir o en impresora , y nos dijo: el primero que me
entregue el trabajo y este correcto, y diga correctamente quien lo escribió , tendrá
cien, el segundo noventa y el tercero ochenta; solo habrá tres calificaciones,
y a los demás los voy a mandar a segunda.
Y bueno, pues no es por echarme flores, pero saque cien, y fui
el único que saco alguna calificación en ese examen, de echo, fui el único que paso esa
materia, jajajajajaja, nadie acertó, no hubo noventas, ni ochentas todos
fracasaron…
Chingao!!!!, ¿porque no elegí la puta pastilla azul que me ofreció Morfeo?, yo y mis grandilocuentes ideas...