viernes, marzo 01, 2013

Van decir que soy bien ojete, y bueno, a veces si lo soy, pero bueno.

Hoy venia del trabajo, tome un atajo para llegar a mi casa por una zona donde se que no hay mucho tráfico.

Pase la luz verde y llegando hacia una bajada pronunciada frene mi carro porque tenia que pasar por un tope gigantesco (bueno, no es mío el carro y definitivamente el tope gigantesco tampoco es mío, mas bien le pertenece al municipio) y note que en la banqueta había un cachorrito temblando de frió y tirado.

Quise continuar la marcha, pero la imagen del perrito se me quedo grabada.

Como a cuadra y media, y por el remordimiento pinche me regrese hacia donde estaba el pequeño perrito, hacia frió y soplaba un viento muy helado, eran como las dos de la tarde.

Me baje del auto y quise levantar al pequeño cachorro e inmediatamente note que lo habían atropellado porque tenia las dos patas traseras destrozadas y también tenia estallamiento de viseras (lo se porque trabaje en el anfiteatro de la U.A.N.L. y vi muchos cadáveres de la misma manera).

Lo cargue y me di cuenta que estaba muriendo, y que no había nada que hacer por el; estaba sufriendo.

Oruga --que en el idioma ingles significa caterpillar--, es la marca de las botas que uso comúnmente, solo basto un aplaston de ellas contra el cráneo del cachorrito. Ya se que me van a tildar de inhumano, de hijo de mi reputisima madre, pero bueno, el perrito se estaba muriendo y lo único que yo no quería era que siguiera sufriendo.

Se que me van a llamar ojete, pero en esta vida hay que tomar decisiones, y lo último que yo quería es que el cachorro sufriera demás.