miércoles, agosto 02, 2006

ALGO DE TI (cuento largo)

Amanecía, el alba apenas empezaba a filtrase por las persianas del cuarto del hotel donde habían pasado la noche, el olor del cigarrillo que le hería la nariz lo hizo despertar, la vio acurrucada en un sillon de la esquina con un cigarrillo en la mano y una copa con vino, del vino que habia sobrado la noche anterior, lo primero que pensó fue en levantarse, pero se dio cuanta que estaba desnudo y retuvo su movimiento, se sentó lentamente en la orilla de la cama usando la sabana para taparse.

Ella estaba absorta, contemplando el ventilador de techo que giraba, voltio a verlo y le sonrió, estaba desnuda, librada de todo pudor, los poros de su cuerpo aun estaban abiertos, dispersando feromonas por toda la a vitación; el como pudo se rehizo y busco sus ropa en el suelo, -- ¿nos vamos?—le dijo el, ella solo siguió mirándolo como se vestía torpemente y con un gesto de su cabeza le hizo ver que aun no quería marcharse, --es que no tardan en llamar para decirnos que tenemos que desocupar el cuarto—le dijo el apurado, ella apago el cigarro con el charquito de vino que quedaba en la botella, se levanto y se dirigió a buscar su ropa que habia dejado en otro sillon, se metió al baño cerro la puerta y se ducho.

Salieron del cuarto, media hora mas tarde, le abrió la puerta del carro para que ella subiera, se fue hacia el lado del conductor y ágilmente brinco para subirse a su convertible, ya en camino hacia la civilización, le pregunto que donde quería que la dejase, ella no decía nada, estaba con la mirada perdida en el horizonte, el insistió, ella callaba. Obviamente esa situación ya habia empezado a incomodarlo, detuvo la marcha en el acotamiento de la carretera, apago el auto y la miro, ella seguía mirando al infinito; pareciera que buscaba algo con su insistencia de mirar hacia el horizonte, pero claramente por su mirada denotaba tranquilidad y sosiego, –déjame en el bar de ayer—le dijo finalmente con una voz serena,
--¿en el bar?—pregunto incrédulo, -- apenas son las 8 de la mañana, no creo que este abierto--, --no importa, tu déjame ahí--. Encendió el carro y se dirigió al bar donde una tarde anterior se la habia presentado un amigo mutuo, llegaron y ella se bajaba lentamente del auto y el dudo si despedirse de mano o darle un beso; no hizo ninguna de las dos cosas,
--¿quieres dinero para el taxi?—dudo al preguntar, -- ¿te parece que soy el tipo de mujer que necesita dinero para llegar a algún lugar?—le pregunto con una voz tranquila pero con una mirada retadora, --no--, contesto el, --te llamo después para salir—pregunto ansioso,
--no, yo te llamo—contesto ella.

Pasaron 5 dias desde esa noche y el cada vez se desesperaba más y más por sentir de nuevo ese cuerpo debajo del suyo, esos jadeos, ese sudor exquisito lamiendo su piel. En el trabajo no se podía concentrar, cada vez que sonaba el teléfono se apresuraba a contestar, rogándole a dios que fuera ella, pero no, lo mas cercano a eso era su novia para preguntarle si pasaría por ella a la hora que habían quedado, el le contestaba de mala manera y la despachaba rapido, no fuera ser que cuando ella marcara su extensión estuviera ocupada; paso un día mas y el ya no se pudo aguantar, le llamo al celular, pero no contestaba, insistía cada 2 minutos, y nada, después cada 10 minutos y no contestaban, cada ½ hora y nada, le llamo a su amigo para preguntarle por ella y este le dijo que tenia rato de no verla, pero que cada viernes la podía encontrar en el mismo bar donde se la habia presentado. Al siguiente viernes fue desde temprano al bar, se quedo hasta que cerraron y ella nunca apareció.
Corrían los días y el insistía en el celular de ella, pero no contestaban, ya se estaba haciendo algo enfermizo su modo de buscarla, algo sistemático. Al trabajo ya tenia tres días que no hiba, y a su novia ya habia dejado de contestarle desde hacia cuatro, se la pasaba hablando por teléfono a su amigo para ver si la habia visto o para preguntarle mas datos sobre ella e insistía para que indagara con sus conocidos acerca de ella, pero nadie sabia mas que su nombre, y era lo mismo que sabia el: Laura; y cada noche soñaba con ella, cada noche se repetía el mismo sueño, la misma habitación de hotel, la misma piel, los mismos gemidos, el mismo sudor, se despertaba y se masturbaba al igual que la noche anterior y la anterior y las otras, su pene ya tenia llegas que sangraban de tanto que se masturbaba, pero pareciera que el dolor ya no le dolía. Era tal su obsesión que habia adelgazado 4 kilos, ya no contestaba el teléfono, su cuarto olía a semen y a sudor, varias botellas de whisky adornaban la duela de su habitación, como testigos de su locura.

Una tarde de Viernes tocaron insistentemente en la puerta de su casa, el no quería abrir, se estaba masturbando, pero al escuchar la persistencia de los toquidos se asomo por la persiana de la ventana y vio que era su amigo, por inercia relaciono a su amigo con Laura y rápidamente bajo a abrir, se encontró con el rostro de estupefacción de su amigo al verle, --no mames Oscar, ¿que mierda te has hecho?—le dijo su amigo al verle en tan decadente condición,--nada guey, tu no te fijes ¿qué pedo?—le contesto con una voz cascada,-- pues vengo a decirte que me hablo Laura para saludarme y me dijo que hiba a ir al bar hoy--,
--¿neta pinche Andrés?--, --si guey, neta, ¿Qué pedo te espero para que te bañes y nos vallamos?--, -- no guey yo caigo en una hora--, --sobres, ahí nos vemos--, se fue el amigo y Oscar se baño rapidísimo, busco en su armario algo de moda para vestirse, salio de su casa y se marcho.

Llego al bar a las 7:30 de la noche, ansiosamente sus ojos buscaban a Laura, pero no la encontraba, se dirigió a la barra y pidió un whisky en las rocas pero sin hielo (jajaja). Como a las 10 de la noche llego Laura, se veía impresionantemente hermosa, inmediatamente el bar se lleno de esas mismas feromonas que el olio en la habitación del hotel de paso, se paro en la puerta y barrio con la mirada el local, lo vio a el pero pareciera que habia visto a un completo desconocido, era la misma mirada sosegada y serena que el habia visto en su auto la mañana después de tenerla en la cama, pareció que reconoció a alguien cuando sus labios sonrieron e inmediatamente se dirigió a una mesa que estaba como a cuatro metros de la barra donde el estaba, llego y le dio un beso largo, un beso lascivo en la boca a un hombre de no mas de 30 años y tan alto como ella. El sintió como se le descomponía el estomago y unos celos terribles le empezaron a nublar la vista, no se pudo contener y se le fue encima a ese desconocido, pero antes de que llegara, metro y medio antes de tocarlo, salieron de la semioscuridad tres tipos y lo detuvieron, lo sacaron del bar y a fuera lo golpearon hasta hacerlo volver el estomago. Cuando cobro conciencia sintió un líquido denso y pegajoso en sus dedos y saliendo de su boca, estaba tirado en un charco de sangre y vomito, de su propia sangre y de su mismo vomito, alzo la vista y vio unos tacones rojos, alzo mas la cabeza y vio a Laura mirándolo, ella le ofreció un klenex para que se mintiera, fingiendo que se podía limpiar algo de sangre de su maltratado rostro con un pedazo de papel de algodón. El como pudo se enderezo y la quiso agarrar de la mano, ella lo esquivo y le dijo-- ¿quieres dinero para el taxi?--, el le dijo –te hable muchas veces--, -- te dije que no lo hicieras--, --te necesito Laura--, --así déjalo Oscar--, el llorando le dijo—pideme lo que quieras para tenerte de nuevo--, ella, sonriendo le dijo—dame algo de ti, el domingo cumplo años--, --¿Qué quieres, mi carro, mi casa, mi dinero?—, el le contesto y su voz se escuchaba rara porque tenia la boca hinchada ,rota y el llanto le cerraba la garganta, ella le contesto, --ya te dije dame algo de ti--, acto seguido se fue y lo dejo en su inmundicia, el tomo su celular y le hablo a su mejor amigo.

Por la tarde del domingo, era el cumpleaños de Laura, tenia muchos invitados y la fiesta estaba animadísima, en eso llego un mensajero con una caja grande, forrada de un papel púrpura chillón, un moño negro, y una tarjeta donde se leía: algo de mi, lo mas maravilloso, ella inmediatamente recordó que eso le habia pedido a Oscar, pensó que eran diamantes o algo mas valioso, al abrirlo callo desmallada, en la caja habia un mano humana cercenada hasta el antebrazo, con un corazón humano agarrado por la misma mano y unas rosas marchitas.