martes, agosto 14, 2007

COMUNION




Yo siempre he creído en Dios, tal vez no sea el mismo dios que los católicos le rezan, y únicamente me refiero a los católicos, porque en esa Fe fui bautizado, yo siempre he creído en algo superior a mi entendimiento, a veces digo que uno mismo es Dios, y que uno es capaz de llegar tan lejos como se lo proponga, pero siempre tengo en la mente la creencia de un ente superior que nada tiene que ver con el cielo o el infierno.

Ayer en la madrugada, eran más o menos como las 1:30 o 2 de la madrugada, se dejo caer una lluvia copiosa, yo estaba viendo la tele en mi cuarto que da a la terraza de mi casa, y no se, siempre me ha llamado la atención ver los relámpagos y me gusta mucho el sonido estruendoso de los truenos, total que me Salí, primero me senté en una mecedora que esta protegida por un pedazo de placa donde no me mojaba, y solo estaba ahí, fumándome un cigarro y sintiendo el frió que el roció de la lluvia trae.

Termine mi cigarro y ya me iba a meter de nuevo a mi cuarto, cuando tuve la necesidad de sentir correr el agua sobre mi piel, me quite el short que traía puesto y así desnudo, me salí a media terraza, debo decir que la terraza tiene una barda que impide que me vean desde la calle, incluso de la casa de atrás, y bueno, ahí estaba mojándome, recordando las veces que cuando era niño me escapaba por las noches al mar, solo para ver como caían los rayos en el océano, pero en la terraza no podía sentir ese gusto metálico que me derrababa en el paladar cuando iba a la playa.

Mi piel estaba erizada, tal vez por la electricidad que emanaba del ambiente, mi cuerpo estaba completamente mojado y entonces fue cuando cerré los ojos, creo que hacia tiempo que no tenia comunicación con Dios, empecé a hablar con el a contarle o “confesarme” (como lo quieran ver), mis cuestiones o pecados, así me la pase un buen rato, realmente tenia mucho frió, pero poco me importaba, me sentía tan en paz con el dialogo que teníamos, era una profunda comunión espiritual entre el y yo, al final del dialogo, me persigne y le dije: estamos en Paz, acabando de decir esto, cayo un rayo, un rayo muy luminoso y el estruendo fue ensordecedor, comprendí entonces que el pensó lo mismo: estamos en Paz.

Me metí a mi cuarto, me bañe con agua caliente, y mi “penitencia” fue un sueño bastante confortable y una renovada serenidad en mi mente.

El mismísimo Angello.