viernes, octubre 20, 2017

Fue de lo más extraño el día de hoy...

Me desperté temprano para organizar mis vueltas al centro de la ciudad para comprar los materiales  y encargar los trabajos  a mis dos impresores, porque como ya es del conocimiento público: yo no tengo automóvil y la verdad ni falta que me hace. Por la misma razón tuve que aprender los horarios en donde el flujo humano es más fluido.

Y bueno, por mis constantes expediciones en el transporte público me di cuenta que la mejor hora para evitar toparme con aglomeraciones, es después de las 10:30 de la mañana y la verdad que no busco ir sentado en el metro, pero por lo menos no ir como sardina,  a esa hora no está del todo mal, porque vas un poco holgado de espacio y las demás personas no huelen tan mal porque van recién bañadas y  adormecidas, solo se concretan a usar los auriculares y como yo: evitar a toda costa el contacto humano. Y bueno, hasta aquí la explicación de mis hábitos al transportarme.

Lo extraño de hoy, porque curioso no fue, es que en la estación del metro donde lo abordo para ir al centro, me encontré a cuatro personas con las cuales había convivido en mis tiempo de secundaría, platicamos alegremente, bromeamos acerca de los apodos crueles que les pusimos  a varios maestros; lo extraño es que los cinco nos bajamos en la misma estación de Félix Uresti Gómez, y para continuar con lo extraño, caminamos los cinco hacia el mismo rumbo, intercambiamos números telefónicos y prometimos llamarnos después;  cuadras después nos fuimos separado hacia nuestro destino, nos despedimos y continúe mi camino.

Yo camine rumbo al oriente para ir a comprar un material y estando en la fila para pagar, me encontré a una amiga que trabajaba en una imprenta, a la cual no veía desde hace como 8 años y mientras nos cobraban platicamos de los más animados, al final nos despedimos, no sin antes intercambiar números telefónicos y prometer hablarnos. Tuve que esperar por espacio de una hora un corte de material, me senté en la banca de hierro forjado y me resigne a esperar.

Estando de los más entretenido jugando al Donkey Kong (soy retro, demándenme) con mis audífonos para no molestar a nadie, sentí un ligero toque en el hombro.  Grandilocuente fue mi sorpresa al ver que la persona que me había tocado era una amiga de la prepa a la cual no veía desde hace más tiempo, nos abrazamos, me pregunto qué porque estaba yo ahí, le explique que estaba esperando un corte de un material, que tenía una imprenta, que sus ojos verdes y su rostro siguen tan hermosos como los recordaba la última vez que la vi, jejejejeje, se sonrió y me presento como su esposo al tipo flaco que se acercó a ella para pedirle la orden de salida, intercambiamos teléfonos y prometimos llamarnos.

Total que salí como a las 1:30 pm.  con mi corte, pero ya  sentía un hambre espantosa, casi desfallecía;  recordé que unas cuadras más delante vendían unas tortas que en su momento marcaron tendencia  en Monterrey, tome un taxi y me baje a cuatro cuadras, la verdad ya mis pilas estaban bajas y no quería caminar, y otra vez, para ser aún más extraño este relato, me encontré a un amigo que antes era bar tender y cocinero , él  trabajaba en el club de  leones Poniente, en donde yo iba hace como seis  o siete años a echar cheve,  y créanme que cocina mejor que yo (y eso ya es decir mucho), le pedí una torta de milanesa y mis papilas gustativas danzaron frenéticamente en una orgía de sabores, condimentos y el picante equilibrado.

Yo siempre me he considerado un hombre de ciencia, y uno, como hombre de ciencia sabe que hay que repetir el experimento para obtener el mismo resultado, así que le pedí mi segunda y mi tercera torta de milanesa (los parámetros del experimento deben de ser siempre los mismos para llegar a un mismo resultado). Esta vez no intercambiamos números telefónicos porque me dijo que no tenía celular.

El resultado de este día raro, fue que me encontré con siete personas que ni de pedo nos pusimos de acuerdo para encontrarnos  en distintos escenarios, porque ni siquiera tenía sus números para haberlo planeado, simplemente fue algo raro, no creo en la casualidad.

Es más, si me lo pienso bien, este es un récord personal de encontrarme con personas con las cuales no había planeado reunirme.

1 comentario:

Jova dijo...

Es el momento de hacer una fiesta , invita a todos , el universo está actuando . Haz caso. Saludos