Te está esperando, mírala: es la soledad, corre a ella y observa sus ojos hundidos y húmedos por tantísimo llanto. Palpa su tristeza, bébete de golpe sus lágrimas,
has tuyos sus lamentos y arquea tu cuerpo—danza al compás de los réquiems que están
sonando en el tiempo de estar sola--.
Mira los seres y estares de otras vidas tristes, toma ejemplo
de ellas y escóndete en un frió arcón; esconde tu rostro de los demás, practica
rictus de dolor, inventa muecas de tristeza, que pronto sonara la primea llamada para actuar en el escenario
de un teatro abandonado.
Pero no llores ahora, no dilapes llanto, más tarde te faltarán lágrimas, más
tarde será tu nombre “Soledad”…