jueves, diciembre 17, 2015



Últimamente, quizás por que ya entregaron los aguinaldos o quizás por las fechas navideñas, pero ha habido muchas ventas en el restaurant de mi hermano; tanto así que en ocasiones me ha tocado ir a entregar a lugares cercanos y por ende me voy caminando, no mas allá de cuatro o cinco cuadras.



Desde que abrió su restaurante (hace un año), mi hermano compro una motocicleta, pero es fecha que la moto no tiene ni dos kilómetros recorridos, mas bien la tiene en su sala, sirviendo como percha para los gatos y como tema recurrente de discordia entre el y mi cuñada. Yo le digo que se la lleve al restaurante, total, ni el ni yo sabemos usarla, pero podemos aprender (yo no nací sabiendo manejar, pero al día de hoy manejo como todo un piloto de F1). El solo se concreta a mirarme y a decirme que mañana, y de eso ya han pasado varios mañanas.



Lo que me deja mas sorprendido de mis repartos a domicilio es la cuestión de la seguridad, por ejemplo: hay varios clientes frecuentes que piden servicio a domicilio, un Telcel, una casa de préstamo y empeño, una joyería y un instituto educativo, pero no mamar!!!, a cualquier hijo de vecino que quiera entrar a las oficinas administrativas, le piden identificación para dejarlos pasar, a mi solo me ven con el mandil del negocio y la bolsa de comida y solo me preguntan a quien busco y me abren las puertas de par en par los guardias. Muy bien podría llevar una bomba y les vale madre mientras la comida llegue a su destinatario.



Ayer se acabo la salsa de chile cascabel y chile ancho que le ponemos a las enchiladas mexicanas y mi hermano me dijo que preparara mas, yo nunca la habia echo, mi cuñada se encargaba de eso, y pues yo, siendo un autodidacta de la cocina y un tanto hiperactivo, se me ocurrio experimentar con la dichosa salsa, le puse un cuarto de barra de chocolate “abuelita” amargo, molí ocho nueces y un salpicón de pepitas dos cucharadas soperas de azúcar, me persigne y Metí todo a la licuadora, mientras sentía la mirada de Sara García diciéndome: --la vas a cagar pendejo, la vas a cagar--; pero no, para la sorpresa de Doña Sara garcía, no la cague, de echo, hoy se vendieron nueve ordenes de enchiladas mexicanas, y para mi sorpresa, una clienta hablo, después de haber echo su pedido y comerlo, solo para decir que le habían encantado, y que la salsa estaba deliciosa, TOMA eso Sara García!!!, jajajajaja. El pedo ahora es que no se como decirle que cambie la receta de la salsa de su esposa, porque como ya les dije, el es muy metódico en esas cuestiones; lo bueno es que a el no le gusta y no la prueba.





Pero bueno, mientras son peras o manzanas, ahí la llevamos, ya tenemos más clientes frecuentes y creo que ahí la llevo con los guisos y con mi nueva vida de “Pinche” de cocina…