De hace unos años para acá, he notado que me había sumido en
una actitud obsesiva compulsiva; porque tenía que andar checando a cada rato
que estuviesen cerradas -- y a sabiendas
que ya lo había hecho antes-- las llaves de agua, la estufa y las entradas de
mi casa, era algo que me frustraba y desgastaba enormemente porque empezaba a
desconfiar de mi capacidad de mental. Por tal motivo me despertaba en la
madrugada con ese pensamiento, y tenía que pararme para volver a checar algo
que de antemano ya sabía, porque ya lo había checado dos veces antes de dormir.
La pasada vez pasada me desperté en la madrugada como muchas
veces antes a pasado, pero curiosamente ya no lo hice con la sensación de ansiedad, no,
simplemente en mi cerebro se entablo un monologo:
Actitud Obsesiva Compulsiva de mi Cerebro: Ángello ¿ya checaste que todo esté cerrado?.
Yo: si guey ya dos veces.
AOCC: ¿ Y no te dan ganas de pararte para que lo vuelvas a
checar de nuevo?
Yo: no guey tengo mucho sueño y estoy bastante seguro que
todo está cerrado.
AOCC: si, pero tienes que pararte para volver a hacerlo.
Yo: no guey, ya no, ya lo revise y me caga que me estés
despertando cada noche con la misma pinche cantaleta.
AOCC: ¿ y no te da miedo que el agua se esté tirando, que el
gas se esté fugando o que se vallan a meter a robar?
Yo: pues sí, pero no creo que mi mamá tenga demencia senil como para dejar abierto todo, y
yo no soy un estúpido como para olvidar hacerlo, y si de cualquier manera se van a
meter a robar a la casa, lo van a hacer aunque todas las puertas estén cerradas,
y eso ya no depende de mí.
AOCC: ándale Ángello, por los viejos tiempos.
Yo: no guey vete a la
mierda.
Y santo remedio; desde esa vez ya no siento la compulsión de
revisarlo todo tres veces, ya no me
despierto en la madrugada con ese afán, me despierto única y exclusivamente
para orinar y vuelvo a los bellos brazos de mi cama a seguir durmiendo.
En fin, no sé qué paso o porque, pero ahora me siento más
tranquilo y no solamente sucedió con las cuestiones domésticas; también volvió ese Ángello valeverguista que ya no se angustia por las
situaciones que no puede controlar; y es una bendición porque lo extrañaba
tanto…